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sábado, 9 de agosto de 2014

Apocalipsis

   
   Aquí el cielo es claro y acuoso. Se traslucen, en estratos veteados, los negros y los rojos. Es el cielo del gran ocaso. El ocaso que profetiza que este día será el último día. Que la noche se eternizará con la luz de las estrellas, absorbiendo todos los futuros para siempre
…y el mar, tibio, acomodándose a cada pliegue de mi piel…
   ¡Jamás!, jamás, ser alguno de mi especie podrá olvidar este lugar, aunque quiera hacerlo… A este refugio no es posible volver. Y si alguien retornara, lo haría sólo en recuerdos borrosos, sin palabras, porque no las hay. Y, de haberlas inventado, pecarían de un dolor insoportable.
   Mejor así, entonces.
   El futuro, en su viaje hacia la nada, dejó para mí este mínimo presente, que más que una porción de tiempo, es el tic tac de un reloj golpeando en mi cabeza.
   Me dejo llevar corriente arriba por los afluentes del tiempo, hacia allí, donde brotan los comienzos
…soy un pez y tengo alas, creo…
   A veces puedo estar volando en tus sueños. Volando y nadando en un miasma hecho de mar y de cielo
…hermanos, indistintos…
   Todavía el cuchillo del horizonte no afiló su acero para partir en dos su alma siamesa.
…aquí no hay cuchillos, creo…
   Aunque de vez en cuando toco tierra. Primero un pie, después el otro. Danzo. Brinco. Me hamaco. ¿Lo notás? ¿Te alegra? Es mi forma de hablarte.
   Cuando me despierto y me desperezo te hablo sin querer. Estiro mis brazos y mis piernas y te digo cosas que ni yo entiendo. Deben ser bellas historias, porque aquí, todos los sueños son bellos.  
   No entiendas mal. No lo hagas. Es la única forma que tengo de acariciarte, así como acaricia el corazón dentro del pecho. “Estoy vivo”, te dice, y te golpea inflando su propio pecho para decirte que vos también lo estás
…mi corazón, como un reloj triste, me dice otras cosas…
   Me voy. Dejo este lugar. Quizás vuelva en otra ocasión, pero en ese quizás, no seré yo, probablemente.  Deseo volver aquí, a mi refugio. O a otro. Con otro miasma tibio de mar y cielo. Quizás vuelva para tener un nombre con el sonido más bello para quien me nombró. Quizás, muchos quizás. Sólo Dios sabe de estos misterios
…y quizás, Dios, me devuelva todo lo que tengo para dar y no lo dí…
 …mis lágrimas, mis sonrisas y mi amor…
   Se destroza mi corazón y no sólo eso. Se destrozan mis manos y no sé porqué.
   Ellos, los honorables, también levantan sus manos. ¡Oh! Lo hacen por mí. Ellos también tuvieron, cada uno, su paraíso. Entienden de estas cosas. Y, como Adán y Eva, fueron expulsados de sus refugios; del de cada uno, del de todos. De este grande y pequeño paraíso de la humanidad
…a mí no me expulsó Dios, no sé que hice, aquí no hay manzanas…
  Yo escuché tu voz distorsionada. Seguramente, ellos las suyas. También pude escuchar esa otra voz que resuena como un trueno en noche cerrada, pero que dicen que ilumina cuando aprieta el miedo. La del alfha furioso protegiendo a sus cachorros reunidos en manadas, con sangre en sus uñas y carne entre sus dientes, matando y matándose para hacer vivir. Dicen que no es leyenda que se lo puede ver bajo el espejo del sol, recortándose en la noche. Vigilando amenazante, trepado en el peñasco de su propia espalda, aullándole a la luna: “¡Eso no se toca!”
…el lobo ya no está y la luna es sorda…
   Ellos levantan sus manos y a nadie hacen cosquillas. A nadie le hablan estirando sus bracitos como lo hago yo ahora. No, honorables señoras y señores. Ese no es el gesto. Eso no es desperezarse para contar sus sueños. Parece que olvidaron. Perdidos en academicismos, filosofías y algunas intenciones, olvidaron sus refugios. Levantan sus manitos como si quisieran elevar sus cerebros al cielo
…y mi cielo, mi mar y mi refugio, ya son el cubículo del infierno…
   El can Cerbero muestra sus dientes y, a vos, yo no pude tan siquiera morderte con mi boca desdentada
…mi cielo y mi mar son el patíbulo…
   Grito en el agua. Estallan las burbujas y mi aliento dice: “Soy inocente”.
   Yo también levanté mi mano aquella buena vez que los honorables levantaron las suyas para que ningún criminal en esta, nuestra porción de tierra, camine sus pasos por el pasillo del patíbulo
…juro que esa vez no la levanté por desperezo…
   Ahora levanto mi mano y juro por la Patria, ante estos Santos Evangelios, juro por Dios y por el Diablo y por quien puta sea, juro
…que te quiero...
   Aquí soy mayoría absoluta, pero no tengo quórum.
   Ya cortaron el único cordón que me unía a vos y a través tuyo al universo. Ahora me doy cuenta, al fin, que también aquí hay cuchillos afilados. Ya veo el horizonte.
   Me estoy yendo… Adiós.
   Y a él, a Dios, sólo le pido una cosa, sólo una. Que en el último instante de mi ínfimo Apocalipsis

…me deje conocer tu cara…







Autor: Cristian Crucianelli

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