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sábado, 31 de agosto de 2013

*Submarino

  
¿Lo podés ver? 

   Ahí, mirá; arriba, entre los pájaros. Flota, miralo; cálido por la luz del sol. Un submarino en el aire. Oí las trompetas; escuchá las campanas borrachas. Algo está naciendo. No te lo pierdas. Apoyá tu cabeza en mi hombro y llorá, llorá todo lo que quieras. Sí, es un regalo. 

   Con el tiempo, alguien podrá bajarte la luna o abrir el agua de los mares. Pero nadie más hará flotar un submarino en el aire. 

   ¿Podés oír el sonido de las estrellas brillando, abriéndose a su paso? El sol se vuelve azul y pequeñas motas de nieve caen hacia arriba y se arremolinan como mariposas. Es una fiesta, Michelle, es tuya. No me mires así. Yo no hice nada, simplemente tenía que suceder. Si mantenés tu mano en la mía, haremos caer esa tristeza dominical de los últimos tiempos y reiremos últimos. Un submarino en el aire... ¿Te acordás de tu hamaca? Un submarino en el aire y el globo terráqueo con una mordedura de dientes sonrientes rebotando de un lado al otro del universo. El extremo de un hilo atado a uno de sus polos y el otro sostenido por la mano de un niño que corre y corre, sin pensar en nada porque el viento le pega en la cara. No necesita otra cosa. Alguien se lo regaló. 

   Yo no sé quien te regaló un submarino en el aire. No, yo no fui, no me creo tan poderoso, no tengo imaginación. Pero, ¡cómo me hubiera gustado hacerlo! Mi regalo sólo pretende convencerte de que esto es real; que los monstruos jamás pueden apagar la luz ni descolgar sueños del cielo. 

   ¡Si alguien más pudiera captar este momento, todo sería tan distinto! ¡Y que corriera a dar la buena noticia y trajera a sus queridos, y sus queridos, a los suyos... 

   ¿Le obsequiarías a quien te lo pida tu submarino volador? 

   Mirá cómo estiran las manos. Cada una de ellas podrá acariciarlo sólo con que vos lo desees. Y todos juntos podrán dar un paseo sacando las manos por las ventanillas; pedaleando y pedaleando, la hélice nunca se detendrá. Yo te voy a saludar desde aquí en cada vuelta al mundo. Podés beber el agua dulce de la lluvia y hacerla correr por tu cara. 

   Todos ya gastaron mucha tristeza, es tiempo de primavera y algo está naciendo. Atravesá la puerta sin temores, del otro lado la imaginación está dibujando tus próximos días. Contale tus deseos, pintalos con tu color preferido y dejalos brillar. 

   Hay luz en los sueños y en ellos un submarino flota en las nubes. No sé quién te lo regaló. Pero, ¡cómo me gustaría haber sido yo! 

   Mi regalo es sólo el ansia de que sucediera. Y sucedió, hija, sucedió.









Autor: Cristian Crucianelli


*(Bosquejo a corregir)
Todos los derechos reservados

cristian_crucianelli@yahoo.com.ar
Face: Cristian Cine Nauta

martes, 20 de agosto de 2013

Hoy, por favor, no


Durmiendo el sueño de cada noche, del otro lado de mi mente, no alcanzo a ver 

el camino. La luz del verano no llega a calentar mis huesos. Entonces, ¿qué?, 

¿debo creer que ya es demasiado tarde? 

No pongas tus dedos en mis labios, no es la manera. Podemos arrojar el amor 

muy lejos. Pero la canción va a ser la misma. Caminamos hacia el mismo filo del 

nunca jamás. Y, stop, vos nunca vas a estar más lejos que a una silla de la mía. 

Juguemos al juego que más te guste, pero no pongas tus dedos en mis labios. 

Apenas sé lo que tengo que decir, pero de todas maneras lo voy a decir. 

Entonces, hacete a un lado, apagá la luz y no hagas ruido. 

La noche llegó a su color más triste y quiero escuchar su sonido. Después veré que 

pasa, pero ahora no voy a cerrar los ojos. Al menos, por hoy, voy a esconderme 

en alguna fugaz manera de explotar, y los millones de pedazos de carne pueden 

que armen otro cuerpo al que alguna boca le hable. 

No es un mal día. Sólo es un día de locos (como tantos otros). ¿Te dije alguna vez 

'no te me acerques'? ¿Por qué debo repetírtelo?

Es tiempo de invierno para mí y las nubes no se apiadan, no se corren, no llueven. 

Apagá la luz y no hagas ruido. O, sí querés, ponete a gritar, a bailar (hasta la 

muerte); o a llamar a todos los demonios y hacer el amor con ellos. Pero ni se te 

ocurra tocar mis labios con los tuyos. Mañana será otro día. Sí, quizás, mañana 

sea otro día. 






Autor Cristian Crucianelli


*Todos los derechos reservados

cristian_crucianelli@yahoo.com.ar
Face: Cristian Cine Nauta